Prefacio

El viento es una fuerza de la naturaleza capaz de moldear paisajes enteros. Piensa en la arena de la playa, en las formas y patrones que cambian constantemente, o en las dunas del desierto que se desplazan de un lugar a otro. Hay una fuerza externa que los mueve de forma pasiva.

Las influencias externas a menudo determinan el curso de nuestras vidas y reaccionamos a ellas porque son más fuertes que nuestra conciencia o nuestra conexión a tierra. Entonces surge la pregunta siguiente: ¿permitimos que las fuerzas externas determinen nuestro ser de forma inconsciente o es la fuerza externa, por ejemplo el viento, la que hace que nuestro ser sea consciente?

Hacer uso de nuestra identidad y desarrollarla aún más, después de todo, es el propósito de nuestra existencia.

Yo llamaría al crecimiento un despertar. Hay una gran diferencia entre entrenar una habilidad y crecer. En el crecimiento hay un despertar, una toma de conciencia de nosotros mismos. Tener una habilidad es disponer de una herramienta necesaria para sobrevivir en los tiempos actuales. Cada época y cada lugar en la Tierra demanda diferentes herramientas para sobrevivir.

Si has logrado reforzar tu conciencia y desarrollar un conjunto de habilidades que te permiten permanecer en tu lugar, sea cual sea, entonces te conviertes en un pilar de fuerza y dejas de ser una pelota empujada por las olas o un globo que se lo lleva el viento.

La primera vez que conduces un automóvil o que te sientas en un avión ocurre algo que yo denomino expansión de la conciencia. La capacidad de maniobrar con precisión un automóvil o un avión es lo que yo llamaría una habilidad. Naturalmente, empiezas por hacerte consciente de algo antes de convertirlo en una habilidad.

Considere, por ejemplo, los maestros artesanos de antaño. Durante años, al aprendiz solo se le permitía limpiar el taller y empezar a sentir algo hacia el trabajo. Se le permitía sentir lo que hacía el maestro, fuera pintura o escultura u otro arte. No importaba. Lo primero era sentir lo que allí estaba pasando. Al igual que los tibetanos, primero había que sentir y experimentar el conocimiento. Solo entonces se podía empezar a leer sobre ello y convertirlo en una destreza.

Hoy en día, frecuentemente se considera más importante ejercer una profesión o trabajar con el ordenador que el propio crecimiento del individuo. Sin embargo, cuando tratamos de aprender una habilidad tras otras, de forma apresurada, como por ejemplo, el permiso de conducir, otro diploma más, ¿no estamos huyendo inconscientemente de nuestro crecimiento? Hay un miedo muy arraigado a sentir.

Cuando no estás consciente, el viento puede llevarte a cualquier parte. Sin embargo, el poder del viento también puede hacerte consciente del poder de tu propio ser.

Niek Brouw