Así es como desarrollé la capacidad de realizar diagnósticos de forma muy rápida, y aprendí a detectar lo que estaba sucediendo dentro de cada persona y por qué razón habían dejado de funcionar adecuadamente en su trabajo. Quería entender la naturaleza de ciertas profesiones que hacen que unos se queden en casa cuando tiene la gripe, un simple dolor de espalda o cansancio, y otros, en cambio, continúan activos a pesar de sufrir las mismas molestias. Debía existir una relación específica entre el individuo único, su queja y la interacción con su trabajo. O quizás también la había con su entorno social, su familia, su casa o incluso los estudios. No tardé demasiado tiempo en ver y entender tales conexiones.
También aprendí del entorno médico. A menudo me encontraba con personas que me explicaban que se sentían muy cansadas y que ya no disfrutaban con su trabajo. Habían acudido a distintos especialistas, realizado todo tipo de test clínicos y el único resultado era una frase tipo: “No podemos hacer nada, no encontramos ningún problema real y quizás podría tratarse de síntomas imaginados, de alguna alteración psicológica”, en boca del médico.
Cuando yo les visitaba, no detectaba ninguna disfunción psicológica. Eran personas con buenas relaciones familiares, exitosos en el trabajo y satisfechos con su vida, que de pronto, habían dejado de sentirse bien. Quizás reconocerás a alguien así en tu oficina. Al cabo de unos años, las quejas que parecían imaginadas, se habían materializado en alguna anomalía importante, como por ejemplo, un tumor en los pulmones. A partir de ese momento, la persona poseía una razón válida y socialmente legitimada por la que quedarse en casa y no ir al trabajo.
En esa época, traté de encontrar una solución al problema de todas esas personas quiénes, antes de que se materialice ninguna evidencia médica, pierden la alegría de vivir y la felicidad interna. Me preguntaba: ¿cómo puedo mostrar, de forma concreta y sin síntomas visibles, que hay una disfunción? y ¿cómo hacerlo antes de que los análisis y test confirmen la presencia de la enfermedad?
El conocimiento de la columna vertebral resultó ser una revelación. La Dra. Matya Sickesz me introdujo en su sistema de terapia manual que es capaz de percibir una disfunción en la columna vertebral y su movilidad antes de que aparezca cualquier síntoma. La columna es la estructura central que regula los nervios y las conexiones con el cerebro. Los nervios salen de la médula espinal y llegan a los órganos, controlan los músculos, las venas y arterias y, en realidad, todo lo que necesita esta planta tan hermosa que es el cuerpo humano. Aprender a examinar la columna vertebral y la pelvis me ayudó a realizar mis diagnósticos, especialmente cuando se trataba de personas que continuaban quejándose, a pesar de que sus test médicos no mostraban ninguna anormalidad.
Una simple prueba de movilidad nos permite percibir la limitación en el movimiento de la columna vertebral. Cada nivel de la estructura ha sido categorizado por la neuroanatomía y, una vez se ha localizado el bloqueo, es fácil reconocer dónde se encuentra la disfunción.
Para mí, resultó ser un descubrimiento muy importante, pero todavía albergaba algunas dudas. Me di cuenta de que había personas que, a pesar de tener un bloqueo en la columna vertebral, continuaban funcionando normalmente, sin molestias, y algunas veces, años más tarde, presentaban algún síntoma que podía estar relacionado con ese bloqueo.
Entonces me planteé que debía haber otros factores que determinaran la aparición de los síntomas, no sólo un trauma, como una caída por las escaleras. Así es como llegué a la conclusión de que era la mente, el fundamento del ser humano único, la que determinaba